“Queremos hacer más amigable el tannat”, dice Juan Sobot, sommelier de la bodega CampoTinto. “Y Carmelo tiene mucho para hacer y ofrecer”, agrega, mientras ofrece una degustación maridada con quesos y frutos secos en una mesa estratégicamente ubicada entre dos hileras de vides. El sol se pone detrás de los viñedos y se encienden las guirnaldas que alumbran una vieja camioneta Chevrolet de los años 60.
Juan Sobot, enólogo de la bodega CampoTinto
Juan explica que esa filosofía es la que está detrás de esta especie de renovación que vive el vino uruguayo, en especial con el “blendeo” que busca suavizar esta uva. “Una buena combinación es con el cabernet franc”, asegura. Y no falla. Esta pequeña bodega de 13 hectáreas que produce unas 25.000 botellas al año no solo marcó tendencia con estas nuevas combinaciones, sino también con la propuesta de ampliar la experiencia enoturística. CampoTinto nació en 2013 como una idea de la familia argentina Viganó, cuyas raíces se remontan a la Toscana, y pronto sumó una posada y un restaurante con vista a los viñedos.
La posada CampoTinto propone desde 2013 buena vida en Colonia Estrella.
CampoTinto está en Colonia Estrella, a seis kilómetros del centro de Carmelo, y frente a la icónica capilla San Roque, de 1869, que se erige en la cima de una lomada. A la posada se ingresa por una arboleda de eucaliptos, un parque prolijamente decorado con agapanthus y una pileta que tiene las viñas de fondo. Es un ambiente tranquilo y acogedor, con una pequeña biblioteca nutrida con libros de ficción y también de viticultura, arquitectura e historia natural del Uruguay, que pueden disfrutarse en un relajado living. Al fondo, un restaurante que ofrece carnes de granjas locales, verduras orgánicas de la huerta y todo tipo de panes y pastas “fatti in casa”. “Queremos transmitir esta relación entre lo que hacemos, lo que somos y lo que nos rodea”, resume Veronique Castello, la anfitriona del lugar.
La galería de CampoTinto, con vista a los viñedos.
Fuente: La Nación
Ph. Xavier Martinez